No hay algo que nos desgaste más, que querer tener el control de todo en nuestra vida. La cotidianidad y la velocidad en la que se mueve nuestro entorno a veces nos hace olvidar, que también debemos disfrutar y apreciar el camino, que nos lleva a cumplir nuestras metas.
“El afán por demostrar que somos los mejores no nos permite fluir desde lo orgánico, ser más espontáneos e intuitivos, bloqueando así nuestra facilidad creativa.”
De una u otra forma todos somos creativos. Las personas que se consideran “no creativas” lo hacen porque no han descubierto en qué momento o situaciones lo son. Una mamá que llegando el fin de mes prepara un almuerzo para su familia con los pocos productos que le quedan y dice: ¡Me inventé esta receta!, es creativa.
Nuestra capacidad creativa, inicia desde nuestro imaginario representado en nuestra mente, creando imágenes de cosas que hemos visto o que inventamos sin tenerlas frente a nosotros. Cuando tomamos esas imágenes y las usamos para crear cosas nuevas, estamos siendo creativos. Es por eso importante tener claro que todos creamos a partir de lo que conocemos: colores, formas, objetos, conceptos, texturas. Ese es nuestro límite. Pero podemos tener una creatividad ilimitada cuando hacemos combinaciones con todo lo que conocemos.
“Toda persona que quiera ser creativa o trabajar su creatividad debe ser curiosa. Adquirir nuevos conocimientos. Ser curiosos e inquietos, activa nuestra imaginación dándonos recursos para ser más creativos.”
Igualmente debemos aprender a no censurarnos, si se nos ocurre algo debemos dejarlo fluir y expresarlo, siempre bajar esa idea de nuestra cabeza al papel, dibujarla o escribirla, así la vamos a ver diferente, alimentando nuestro espectro creativo. No tengas miedo a proponer tus ideas, no te invalides, eso que se te ocurrió tal vez hoy no es funcional, pero en un futuro sí; así que valora tus ideas por más absurdas que te parezcan.
En las artes escénicas existe una técnica llamada Improvisación, también conocida como Impro. En ella los actores crean escenas e historias en el mismo momento que las actúan, sin ensayos previos ni libretos, es un ejercicio de teatro espontáneo. Para enfrentar este difícil reto, los actores se entrenan fuertemente en espontaneidad y comunicación llevando la improvisación a una forma de asumir su vida.
“Contrario a lo que se piensa, improvisar no es hacer lo primero que se nos ocurra ante una situación o un estímulo para “salir del problema”, es un ejercicio que busca dar respuestas oportunas y funcionales con inmediatez y coherencia.”
Para entrenar su espontaneidad, el actor debe tener consciencia del aquí y el ahora (estar), debe aceptar lo que el otro propone para que todo fluya, debe desarrollar una capacidad grande de escucha, trabajar la confianza, no invalidarse. Debe convertir el error en su aliado.
El juego es un poderoso recurso para entrenar la espontaneidad, o ¿qué puede haber más creativo que un niño?, todo esto porque ellos no se invalidan, son curiosos, proponen y exponen sus ideas, ponen su imaginario al servicio de su creación.
Esta es una invitación a que propongas sin miedo, a que no te censures, a vivir de forma más espontánea, orgánica e intuitiva cada día.